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Breve Historia Ilustrada de las Neurociencias: Capítulo 4

Si bien otras civilizaciones además de los egipcios pueden haber tenido algún conocimiento sobre enfermedades neurológicas (neurología y psiquiatría modernas) y sobre la forma y función del sistema nervioso (anatomía y fisiología, respectivamente), prácticamente no hay registros de estos.

Hay indicios indirectos de que los persas podrían haber tenido un conocimiento rudimentario del sistema nervioso ya que algunos términos que usaron médicos árabes del siglo X, derivan del antiguo iraní.

Pero para encontrar registros de conocimiento verdadero, debemos viajar cientos de años y llegar a la antigua Grecia.

El hombre seguía creyendo que el corazón era el rector de los pensamientos y del movimiento, aunque poco a poco, en base a observaciones que empezaron a ser un poco más científicas, esta visión fue cambiando.

Aristóteles (384  – 322 a.C.), por ejemplo, establecía que el corazón era el órgano más importante del ser humano. Para Aristóteles, era el corazón el director de las sensaciones y los movimientos, el sitio donde confluía toda la información del mundo que nos rodea. De hecho, Aristóteles consideraba que el propósito del cerebro era la correcta refrigeración de la sangre que iba al corazón, y este enfriamiento era necesario “para poner al corazón en condiciones de llevar a cabo las actividades intelectuales y emocionales del cuerpo”

En esta parte de la historia debemos enfocarnos en algunos personajes que escribieron textos médicos con sus descubrimientos y observaciones, y que ayudaron a comprender mejor al sistema nervioso a quienes vivieron en su época. No está de más decir que tuvieron resistencia y fueron poco comprendidos. Piensen que estamos hablando de cosas que pasaron hace casi 2.500 años y que Colón cometió la locura de decir que la tierra era redonda y encontrar América hace menos de 550 años.

Debemos destacar en esta época a Hipócrates (Siglo V antes de Cristo). Hipócrates es considerado por muchos investigadores como “el padre de la Medicina”. Su gran mérito fue quitarle el carácter “mágico” que se les atribuía a las enfermedades (demonios, dioses) para intentar buscar una explicación científica. Si bien nuestro interés son las neurociencias, el origen de las mismas esta ligado al origen de la medicina, así que, si bien parece que nos desviamos del camino, en realidad lo estamos recorriendo por completo.

Hipócrates reconocía que el cerebro tenía dos mitades (hemisferios) y lo consideró como el asiento de las emociones; notó que las lesiones de un lado de la cabeza a menudo producían parálisis del lado contralateral del cuerpo. Vemos entonces que Hipócrates es uno de los primeros en pensar que las emociones y los movimientos estaban en el cerebro, trasladando entonces los conceptos “cardiocéntricos” (centrados en el corazón) que se aplicaban en su época.

Dado que no estaba permitido disecar cadáveres en la antigua Grecia, todos sus conocimientos se basaron en la observación. Por ello, muchos de sus conceptos anatómicos (forma y relaciones de los órganos entre sí) y fisiológicos (función de los órganos) fueron claramente erróneos. Por ejemplo, en esta época de nuestra historia, se confundían arterias con venas y tendones con nervios. Incluso muchas veces se decía que había “nervios sólidos” (los nervios y tendones) y “nervios huecos” (las arterias).

Es interesante que entre las observaciones de Hipócrates hay enfermedades neurológicas, psiquiátricas, neuropediátricas y neuroquirúrgicas.

En lo neurológico, escribió un tratado denominado “La enfermedad sagrada”, en el cuál hace un estudio de la epilepsia. Al contrario de sus contemporáneos creía que esta (y los estados de ánimo como la “melancolía y la depresión”) no eran causados por espíritus o demonios, sino por causas orgánicas. Esto es todo un logro en aquella época.

Podemos detenernos brevemente en como se creía que se causaban las enfermedades en la antigua Grecia. Se creía que el ser humano tenía en su interior 4 “humores”: la flema, la sangre, la bilis amarilla y la bilis negra. Cada uno de estos humores tenía una cantidad específica en el cuerpo de cada persona. El equilibrio de los humores se llamaba Crasis y el desequilibrio Dyscrasia. Esto último causaba las enfermedades y estos desequilibrios podían darse por alteraciones en el clima, la alimentación o los hábitos personales. Por ello sus tratamientos asentaban en el ejercicio y el reposo o en la dieta.

Esto nos lleva de la mano de lo que pensaba Hipócrates de las enfermedades mentales (psiquiatría moderna):

  • La sangre genera optimismo, alegría, entusiasmo y afectividad.
  • La flema, pasividad, letargia y sentimentalismo.
  • La bilis amarilla excitación y exaltación de las pasiones (celos, ambición).
  • La bilis negra, prudencia y pragmatismo.

De esta forma, los estados depresivos serían causados por exceso de flema y las manías por exceso de sangre. En base a lo que sobra o a lo que falta, se planteaba el tratamiento dietético y se recomendaba reposo o ejercicio. Las afecciones del cerebro se debían sobre todo a la acumulación de flema, que era producida por el cerebro y expulsada por las fosas nasales. Realmente algunos resfriados bien nos pueden volver locos, así que Hipócrates tal vez no estuviera tan errado… Todo esto dista mucho de la psiquiatría moderna, pero es lo que Hipócrates podía hacer.

Hipócrates afirmaba que cuando el cerebro enferma, puede volvernos locos o delirantes o insomnes, angustiados o incoherentes, refiriéndose de esta manera a los trastornos mentales o psiquiátricos. Parece entonces estar entre los primeros que intenta estudiar desde un punto de vista “científico” a las enfermedades mentales.

En lo que refiere a la neuropediatría, describió la parálisis cerebral en un tratado denominado “El feto de ocho meses”. Ligó la parálisis cerebral a alteraciones durante el embarazo, como infecciones congénitas, estrés materno prenatal y pérdida de peso.

Sobre neurocirugía, explicó desde el punto de vista clínico a la hemorragia subaracnoidea a la que llamó “apoplejía”. La hemorragia subaracnoidea es un tipo de accidente cerebrovascular grave causado por la rotura de aneurismas (que son dilataciones de las arterias) o traumatismos. Por supuesto que no operó este tipo de enfermedades, si lo hubiera hecho, sería catastrófico. Sin embargo, lo que si operó fueron traumatismos de cráneo, en los que planteaba hacer trepanaciones y levantar los fragmentos de hueso hundidos.

¿Qué podemos concluir de este capítulo?

En el siglo V a.C. comienza a gestarse un pensamiento mas de tipo científico que intenta observar y sacar conclusiones sobre las enfermedades.  No obstante, esta ciencia rudimentaria cometió muchos errores porque no hacía observación directa de los órganos y su función.

Comienza a nacer la medicina como ciencia pero tendremos que esperar un par ce cientos de años para encontrar el nacimiento de una de las ciencias mas importantes en la historia del conocimiento médico: la anatomía. En el próximo capítulo veremos como y con quienes surge la anatomía como ciencia.

Fernando Martínez – Neurocirujano (@fermartneuro)

Luis Domitrovic – Neurocirujano y Radiologo (@ladvic)

 


 

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1 Comment
  • Katiuska Rosas
    Posted at 11:51h, 21 February Reply

    Me gustó mucho, como planteas la historia de una forma interesante y entretenida. Gracias

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